Querido México:
Ayer uno de tus hijos me ha reprochado que soy “antipatriota” y “apática”, se encargó de difamar esto públicamente ante un grupo de personas que poco entienden lo que es México, y para ser sincera, dudo que él lo entienda tampoco. No son los años los que nos dan una noción de la patria, ni el tiempo que se vive en ella, sino la total convicción del valor humano inerme en ti, porque he visto otros países, porque desde ellos te he extrañado a ti, a tu cultura y a tu gente, no toda ella consciente del papel que juega, o si da la imagen correcta de ti… México.
Estoy al borde de una nueva aventura, de volver a extrañarte, de apreciar desde la distancia tu hermosura, porque no podré ser parte de ella cabalmente.
¡Me voy! Sí, me da gusto… porque aunque te llore en silencio, sabes que mis lágrimas tienen dos anclas principalmente:
Una es el orgullo que siento de provenir de una tierra tan hermosa, con gente tan alegre, con comida tan sabrosa, con cultura tan abrumantemente rica, por oír el trinar de los pájaros en la mañana, y el motor de los bochos pasar por la avenida donde hace tantos años vivo yo y mi familia, por el aullar de los coyotes en rio frio, por tus ríos que aun llevan agua limpia, por el cantar de tus grillos, por esas tortillas de maíz recién hechas y el café de olla tostado en las azoteas de mis hermanos de la sierra norte, por las fiestas del pueblo en las que baile hasta el cansancio, por la niebla que los ciudadanos ya no conocen y que en el campo es como caminar con dios del lado, por cada orden de chanclas o pozole, por el papel picado y las hojaldras (no solo las de mi salón, sino el pan de muertos).
Pero, también voy a llorarte de coraje, de que conviertas la niebla en smog, de que permitas que McDonals gane más que tus propios hijos, de que muchos tengan que andar a pata o en bocho porque tus políticos son una desgracia.
De que tus hijos más consientes de lo que es México, allá en la sierra norte, donde no hay ni teles para ver el che futbol, son los que estén más jodidos, y que los citadinos, esos que solo piensan en comprar y vender, que solo arden de pasión cuando tienen en sus manos la nueva generación de iphone o cuando el tri le gana a Francia, esos… son los que se dicen “mexicanos de corazón”.
¡México! Te tengo amor, y a veces rabia y vergüenza.
Hace 2 años, a raíz del cumpleaños de mi primo su amiga en España, hizo una compra por internet, un hermoso cucharón de plata de aquellos que son de colección, esperando que el regalo llegara sano y salvo a México, como ocurre siempre en su país y en general en Europa, lo envió sin dudarlo, claro, que en su país el correo siempre llega intacto, ella no sabía que en México, los del correo son unos ladrones, que abren los paquetes y se tranzan su contenido, que nadie les pone un alto, que el que la hace no la paga, así, ella en ese momento descubrió una pedazo de México, uno muy vergonzoso y doloroso.
Para muestras un botón, esa sencillez es un reflejo de la impunidad en la que vivimos, que quien nos la hace nunca la paga, que vivimos bajo el régimen de “la ley de Herodes” o te chingas o te jodes.
Cuando Harold, Gaby y yo tratamos de comprar en Disney descubrimos con vergüenza que los paquetes pueden ser enviados a Irán, a Paquistán, a la china, pero a México no. Quisiera que tus hijos la pensaran más, es fácil decir “pinches gringos racistas, como no nos quieren no nos mandan”
¿Que hicimos hermanos para merecernos este trato?
¿No será que el mundo entero sabe que somos unos “ladrones” por nuestro servicio de correo?
¿Que nos vale un reverendo pepino el otro y por eso nos estacionamos en doble fila, nos pasamos el semáforo, le damos lo que quieren a las compañías de teléfono, de banco y de internet?
Porque YO puedo pagarlo, si el otro no puede y por mi culpa encarecieron el servicio ME VALE, el OTRO no existe en el vocabulario mexicano, a menos que se trate de gritar GOOOOL, o vamos hacer una pachanga.
Por eso los profesores contestan el teléfono a la mitad de una clase, que burla, que falta de respeto, eso no ocurre en otro países, te juro México que lo digo por experiencia propia, la desfachatez de llegar 20 minutos tarde, y exigir todo a tiempo, que te vean trabajando en cosas referentes a la clase y de un golpe te cierren la laptop en la nariz, ¿Con qué maldito derecho? pregonando con el mal ejemplo lo MUCHO que le importa su bendita clase.
Así son tus hijos México, muchos de ellos son unos convenencieros, que aplican las reglas según lo que les gusta y más les place, como los políticos, que son los principales exponentes de “Ley de Herodes”.
Que si les caes bien lo tienes todo ganado y si les caes mal ya te cargó el payaso, que tienes que pensar como ellos, amar al trí, cuando a tu país se lo carga la fregada con puros autogoles y faltas.
Cuando a leguas se sabe que para triunfar enteramente hay que salir de los confines de ti… México, cuando tu hijo Guillermo González Camarena, registró en 1940 la primera tele a color, ¡no fue por ti! Si… gracias por todos tus benditos dones, pero no fue por ti. ¿Porque demonios tuvo que ir con ellos, los de “al lado”?
El más reciente de todos los ejemplos es mi profesor de la preparatoria Pepe Mellado.
Idolo de todos, inventor diestro e hijo que también ha sido ignorado por ti en cada una de sus creaciones, inventor del sonido surround antes de que saliera de manera comercial, y creador de un detector de rayos antes de que caigan.
¿Te imaginas nadar en una alberca en la lluvia sin preocuparte porque te caiga un rayo?
No México… tú no tienes la creatividad, los órganos reproductivos para imaginarte nada, si este mismo hombre enseñara su invento a los gringos ellos si lo apoyarían, y lo harían rico.
Lo sé, porque aquí yo no soy nadie, pero del “otro lado” soy la ganadora del concurso de ciencias de todo el estado de Rhode Island, y tan solo tenía 12 años cuando me di cuenta de lo que soy capaz de hacer si salgo de aquí, porque los profesores ahí no ven “si tienen o no la razón” ven, una mente, ven potencial.
No se acomplejan cuando ven una mente pensante e inquieta, se sienten orgullosos, no se acobardan ni tratan de competir con ella, la siembran, la construyen, la equipan y la enseñan.
México, dentro de dos meses voy a estar fuera de tus confines, de nuevo, y dios quiera que regrese a ti con otro premio solo para demostrarte, que aquí hay una barrera mental que les impide a todos dase cuenta de lo que pueden ser.
Que ser mexicano es ir por ahí pregonando que si se puede, que ya se pudo, que a pesar de que vivimos bajo la ley de Herodes, existe la capacidad de pensar en el otro, no de competir con él, ni tapar con mascaras futboleras lo que realmente significas, porque eres mucho más que 11 changos tras un balón.
Porque pueden llamarme “apática” e incluso “anti- patriota”, pero yo he hablado mas por ti que cualquiera en ese patético salón, porque me he salido de mi auto a gritarle a alguno de tus hijos “he cabrón no tires basura en la calle, puerco”, porque yo si tengo el valor, como dicen los comerciales, porque no me vale.
Porque aunque me digan “grinch” por dentro si llevo tu verde tatuado en el alma, no soy de los mexicanos que se ponen una playera y se sienten orgullosos, pero que cuando se la quitan se olvidan de ti.
Yo sí que te amo México.
Atentamente.
Tu hija.